El candombe desde Figari

14.10.2013 08:49

Candombe

 

Pedro Figari es reconocido a nivel internacional como “pintor de Candombes”, pero en realidad realizó muchísimos otros temas, como:

-  escenas de campo

-  bailes criollos

-  personajes en el circo

-  corridas de toros

-  Venecia

-  Y otros

 

 

"El 29 de junio de 1861 nace en Montevideo Pedro Figari Solari. Hijo de Juan Figari de Lazaro y Paula Solari, ambos genoveses.

De joven manifiesta inclinaciones artísticas que son parcialmente postergadas por los estudios universitarios.

En 1885 se recibe de Doctor en Jurisprudencia en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de la República.

María de Castro Caravia y Pedro Figari recién casados

 

 

 

 

 

 

 

Un año después se casa con María de Castro Caravia, con quien tendrá nueve hijos.

La relación con su familia política lo vincula a un ambiente abierto a los estímulos del arte, donde conoce al maestro Goffredo Sommavilla, pintor italiano de formación académica con el que estudiará un tiempo.

En 1889 es designado Abogado Defensor de Pobres en lo Civil y en lo Criminal, cargo que lo pone en contacto con un medio social que alimentará más tarde su obra pictórica.

Pedro Figari, 1903

Los siguientes años están marcados por una intensa actividad jurídica que se inscribe dentro de las nuevas vertientes de pensamiento en la materia, con la memorable defensa del Alférez Enrique Almeida, quien es injustamente acusado.

Luego de un juicio de cuatro años, obtiene la absolución de Almeida por falta de pruebas, y en ese mismo año, publica Un error judicial en el cual expone sus argumentos sobre el caso. En 1896 edita Causa célebre. El crimen de la calle Chaná, vindicación del Alférez Enrique Almeida.

En 1897 es electo diputado por el Departamento de Rocha, representando al Partido Colorado y renuncia al cargo de Abogado Defensor de Pobres en lo Civil y en lo Criminal.

De 1898 a 1899 se desempeña como Consejero de Estado por el Partido Colorado.

Entre los proyectos que impulsa se destaca la creación de la Escuela de Bellas Artes. El hogar de la familia Figari-Castro es lugar de encuentro de intelectuales y artistas nacionales entre los que sobresalen: Pedro Blanes Viale, Milo Beretta, Eduardo Fabini y Carlos Federico Sáez. También lo visitan extranjeros como Anatole France, Arturo Rubinstein, Arturo Rusiñol, entre otros.

En 1901 comienza su actividad en el Ateneo de Montevideo, desde donde promueve certámenes artísticos y en más de una oportunidad, es elegido Presidente.

En 1909 ingresa al directorio de la Escuela Nacional de Artes y Oficios, de la que en 1915 es Director, encargándose de su reforma de acuerdo al plan que eleva sobre enseñanza industrial, con rasgos marcadamente innovadores.

En 1912 publica su ensayo filosófico Arte, Estética, Ideal.

En 1918 escribe junto a su hijo, el Arq. Juan Carlos Figari, Educación Integral.
Abandona su casa y se aloja en el Hotel Oriental, en la Ciudad Vieja de Montevideo. Se dedica exclusivamente a pintar.

En 1921 es designado Asesor Letrado de la Legación del Uruguay en la República Argentina. Se muda a Buenos Aires con cinco de sus nueve hijos, su estancia de cuatro años marcará su plena dedicación a la pintura.

Figari en París con sus hijas Isabel y Ema, 1930

En este período recibe un amplio reconocimiento a su labor pictórica hasta entonces mantenida en un ámbito casi privado y familiar.

En 1925 se traslada a París, donde permanecerá nueve años y obtendrá su definitiva consagración como artista plástico.

En 1933 regresa a Uruguay y es nombrado Asesor Artístico del Ministerio de Instrucción Pública.

Fallece en Montevideo, el 24 de julio de 1938."

 

 

 

 

Material extraído de la página: https://www.museofigari.gub.uy

“Los candombes empezaban en Navidad; su apogeo lo alcanzaba el día de Reyes, y duraban los tres domingos siguientes. La gran fiesta era el 6 de enero, día de San Baltasar, el Rey Negro de la leyenda bíblica. Duraban las fiestas tres días seguidos y tenía lugar la consagración del Rey. Antes de empezar las fiestas, recorrían la población solicitando dinero, levitas, galeras, cinturones, collares, cintas y todo cuanto pudiera servir para ataviar con lujo al Rey, así como, el salón apropiado para festejar el acontecimiento.
Como se les miraba con indulgencia y simpatía, las contribuciones llovían en abundancia […] Después eran las visitas protocolares de cortesía a las familias, recorriendo la ciudad, para terminar con la visita al Gobernador y autoridades, que los recibían deferentemente, haciéndoles toda clase de regalos. El Rey y la Reina eran negros ‘libertos’; no eran esclavos, cuyos oficios alternaban entre cocineros, lavanderas, planchadoras; todos servidores de buenas y distinguidas familias.
De tarde eran las fiestas en los candombes; duraban tres días, para lo cual los patrones concedían un permiso especial y éstos se entregaban al baile, tan incansables para el trabajo, como para el consagrado candombe.
Fuera, en el patio, se encontraban bancos colocados en cuadro; la concurrencia llegaba vestida con sus mejores galas; enaguas almidonadas, amplias polleras de percal y zaraza, mezclados con sedas de fuertes colores y perfumadas con la antigua Agua Florida. Muy señoronas y empaquetadas, las negras daban lo mejor de su legendaria cortesía, y recibían la visita de las familias que iban a saludar a sus servidores, a quienes habitualmente se les llamaba con el nombre de ‘tío’”.

Extraído de:  - Miguel Ángel Jaureguy. El Carnaval de Montevideo en el Siglo XIX, ediciones Ceibo. Montevideo, 1944